Soledad Rojas Bravo,
Activista feminista, integrante de la Coordinación Nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres
Presentación de la Revista Anales de la Universidad de Chile en FILSA 2018,
6 de noviembre, 2018
Saludar a todas todos y todes y agradecer a la Revista Anales de la Universidad de Chile esta edición ‘Mujeres Insurrectas’, que profundiza reflexiones y pone interrogantes en relación con los inesperados acontecimientos generados por las feministas en diferentes espacios educacionales, liceos y principalmente universidades, en todo el país este año 2018.
Pertenezco a la generación de mujeres que bajo la dictadura cívico militar salió al exilio y desarrolló en ese contexto, procesos de conciencia feminista. Retorno a Chile a mediados de los ’80, aún bajo el gobierno dictatorial, tiempo en que una profusión de iniciativas, organizaciones y grupos trabajan crecientemente por la organización de las mujeres y el desarrollo de conciencia respecto de la condición de sujeción y opresión que nos afecta.
Formo parte de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, articulación quizás la más antigua de un movimiento -quiero enfatizar sus continuidades- que, desde liceos y universidades, hoy irrumpe en la escena político cultural de nuestro país. Si bien se ha caracterizado a las organizaciones de la época por su oenegización e institucionalización, quiero señalar que, habiendo contribuido sustantivamente a que la naciente democratización del país abordara, desde la legislación (1994) y la política pública, el problema de la violencia hacia las mujeres, al poco andar todavía en los 90, la Red Chilena comienza un proceso inverso, crítico a las políticas gubernamentales que no abordan en su complejidad e integralidad el problema que se trata. Una muestra de ello es que para el Estado de Chile la violencia hacia las mujeres sigue siendo concebida como un problema de familia, sin identificar la complejidad de un fenómeno estructural que se produce y reproduce tanto en los ámbitos público como privado, y nos afecta de una u otra manera a todas. De ahí en adelante, la Red Chilena se orienta principalmente al fortalecimiento del movimiento social de las mujeres y feministas como una estrategia para acrecentar nuestro poder colectivo.
A comienzo de la década 2000, y en vinculación con las redes latinoamericanas, la Red Chilena, contribuye a la identificación del femicidio en nuestro país, nombrando lo que la ley VIF ocultó: que son mujeres las principales afectadas por esta violencia específica, y que estos crímenes de odio perpetrados por hombres, ocurren no solo al interior de las familias, sino también en el espacio público, donde mujeres y niñas son asesinadas por femicidas que las agreden sexualmente, las violan y las matan.
La violencia sexual contra mujeres y niñas ha sido históricamente una de las manifestaciones de violencia interpersonal más silenciada. Por naturalización, por encubrimiento o por miedo de las propias afectadas, se ha estimado que sólo un 20 % llega a denunciarse. Es significativo, entonces, que un detonante importante de la rebelión feminista ‘2018 haya sido precisamente la violencia sexual.
La irrupción del feminismo en tomas de liceos y universidades este año es una rebelión contra el patriarcado.
Patriarcado que se hace visible en los agresores sexuales y abusadores de poder que por décadas han profitado del silencio y la naturalización de estos hechos en las universidades, escuelas y liceos, como en empresas, partidos, iglesias y familias; pero también los ‘pares’, compañeros de curso, de trabajo, de partido que, aun sin tener una posición jerárquica en la estructura que se trate, cuentan con el poder que les otorga la cultura patriarcal y misógina.
Cito a Kate Millet, 1969. “… al igual que otras ideologías dominantes, tales como el racismo y el colonialismo, la sociedad patriarcal ejercería un control insuficiente, e incluso ineficaz, de no contar con el apoyo de la fuerza, que no sólo constituye una medida de emergencia, sino también un instrumento de intimidación constante”
¡Indignadas, rebeldes, insurrectas! Poniendo límites al abuso de poder y a la impunidad de la que gozan los agresores, revolviendo lo privado y lo público, sin mesura estas ‘Mozas insolentes’ -en el decir de Julieta Kirkwood- desafían y remueven estructuras.
‘Toma Feminista’ que desde la horizontalidad en su forma de organización – no hay dirigentas, solo voceras-, cuestiona las lógicas con que se despliega el poder masculino; ‘toma feminista’, mayoritariamente ‘separatista’ -en el decir de las jóvenes- como estrategia de resguardo del protagonismo político feminista.
Desparpajo y rebeldía iconizada en cuerpos desnudos -para sí y no para otros- que fortalecen su condición de sujetas y construyen poder colectivo en un movimiento de carácter político que cuestiona los órdenes patriarcales, en los que se inscribe el sistema educacional, como una de las claves fundamentales en la transmisión simbólica del androcentrismo y reproducción de la violencia contra las mujeres. Tomo palabras de Luna Follegati que dice- “no (es) sólo la lucha por protocolos contra el acoso sexual o la exigencia de una educación no sexista sino también la acción en términos de actoría colectiva de mujeres que detentan la conducción y condición política para exigir una transformación al orden (…) patriarcal y jerárquico”.
Las tomas feministas de liceos y universidades, las movilizaciones en las calles contra la violencia hacia las mujeres, por el aborto libre, por una educación no sexista, por la identidad de género, se inscriben en la acción continuada de los movimientos feministas -aun en períodos de latencia-; y dan cuenta de un proceso creciente de desarrollo de la conciencia en las mujeres, que ha ido politizando las experiencias inscritas en nuestros cuerpos subordinados y las prácticas que las reproducen y naturalizan.
Recuerdo el masivo rechazo que en 2016 produjo en las mujeres el regalo del empresariado a ministros y políticos: una muñeca inflable para ‘estimular la economía’; o la también masiva denuncia al CNTV en 2017, que en un par de días recibe un récord histórico de 1.693 denuncias (un tercio) de un total de 4.867 ese año, por el reportaje de canal 13, que daba un trato violento y denigrante a Nabila Rifo, sobreviviente de femicidio perpetrado por Mauricio Ortega.
Esta violencia específica, profundamente arraigada en la cultura y normalizada en el sentido común ha comenzado a desnaturalizarse.
Una breve reseña de las recientes movilizaciones de carácter feminista (LF) se hace necesaria para comprender el devenir de las actuales movilizaciones estudiantiles feministas
A partir de 2007, la Red Chilena conta la Violencia hacia las Mujeres implementa, la Campaña ¡Cuidado! El machismo mata en todo el país, con el propósito de evidenciar las conexiones entre femicidio, violencia sexual y violencia simbólica, y los patrones comunes que subyacen a las diversas expresiones de violencia hacia mujeres y niñas, y otros cuerpos feminizados. En 2008, un fallo del Tribunal Constitucional niega a las mujeres el ejercicio libre de su sexualidad y el control de su reproducción, con la denegación del acceso a la Píldora de Anticoncepción de Emergencia PAE. Este reforzamiento de las políticas de control movilizó masivamente a feministas y estudiantes.
En 2011, las enormes movilizaciones estudiantiles contra el lucro y por la calidad de la educación, incluyen ya la demanda por educación no sexista y ese mismo año se conforma la primera SEGESEX en la Universidad de Chile. En 2013, Melissa Sepúlveda se presenta y es elegida presidenta de la FECH como feminista. Mismo año en que el movimiento por el aborto libre logra gran notoriedad. En 2014, Concepción es escenario del 1er Congreso Nacional por una educación no sexista. A nivel latinoamericano, en 2015, la salvaje violación y asesinato de Lucía Pérez de 16 años origina el masivo movimiento Ni Una Menos en Argentina, al que se suman México, Uruguay, Perú, Chile entre otros países. En 2016 se conforma la Coordinadora Feminista Universitaria – COFEU como respuesta a la permanente secundarización de demandas tales como la educación no sexista al interior de la CONFECH. En 2017, el Conservatorio de música de la U Austral de Valdivia estuvo en toma por casos de denuncias de acoso sexual, y es en 2018, en la misma U Austral de Valdivia, donde se inicia lo que será el estallido de estas mujeres insurrectas en todo el país.
Este movimiento, esta insurrección ‘legitima el pensar político feminista’ -como dijo Raquel Olea.
Feminismo, Patriarcado, Sexismo estuvieron profusamente presentes en los debates, en los medios de comunicación y en la política haciendo referencia a una lucha histórica que trata precisamente de la vida de las mujeres; necesidad urgente que exige condiciones para una vida digna, no solo en los espacios educacionales sino en la sociedad toda, que este movimiento ha puesto en lo público, permitiendo desenmascarar el entramado de relaciones políticas, económicas y socioculturales que las reproducen y naturalizan. Visibilidad histórica del feminismo/los feminismos no solo en Chile sino en el mundo, como movimiento político que cuestiona profundamente las bases estructurales del heteropatriarcado capitalista y colonial, en su actual versión neoliberal.
Algunas cuestiones necesarias de abordar:
– lo primero es seguir el hilo de lo que ha ido pasando en los liceos y universidades, en cuanto al cumplimiento de los acuerdos alcanzados, y en esta línea velar particularmente por la protección de las compañeras que tuvieron la valentía de denunciar. Al respecto, hemos recibido alertas de compañeras de la Universidad de Magallanes en Punta Arenas y otras.
– la segunda, tiene que ver con las reacciones y respuestas, a distintos niveles, ante la potencia de este movimiento: la intención de cooptar y/o descafeinar los propósitos de cambios estructurales, que van desde la derecha más rancia y fascista hasta partidos que rápidamente han incorporado en sus declaraciones de principios el ‘ser feminista’- más pertinente sería, quizás, que se declararan antipatriarcales. De estos últimos, en todo caso, esperemos que las feministas que allí se inscriben logren transformar la estructura patriarcal sobre la que históricamente se han organizados los partidos políticos, más que algunas operaciones cosméticas.
– la tercera, la necesidad de trabajar en un sentido de largo alcance fortaleciendo el poder de las mujeres. En esta línea, profundizar la reflexión política feminista, encontrar confluencias entre los diversos feminismos y afirmar la propuesta de una Huelga de Mujeres el próximo 8 de marzo de 2019, como acción estratégica para fortalecer nuestro poder.
***Fotografía: Alejandra Fuenzalida