Elena Águila Zúñiga, doctora en literatura, editora y colaboradora recurrente de las publicaciones de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres
Re-lanzamiento del libro Violencia estructural y feminismo: apuntes para una discusión en la Carpa de las Mujeres en el marco de la Cumbre de los Pueblos.
Diciembre 2019
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NADIE LO VIO VENIR, han dicho muchos en estas últimas 6 semanas. Yo digo: no es cierto. Yo creo que este libro es una prueba de que la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres lo vio venir cuando dijo: es violencia estructural. Bueno, quizás más que verlo venir, las mujeres de la Red venían con todes les que venían… y que “nadie vio venir”.
La violencia estructural queda de manifiesto precisamente cuando un sector de la sociedad no ve al otro. No lo ve como igual. No lo ve como sujeto de derechos. Lo ve a lo más como “personal de servicio”, personal para todo servicio. Patipelao, roto, alienígena.
Si algún concepto se ha vuelto imprescindible para entender esto que los detentores del poder, los detentores de la dueñidad, para decirlo en palabras de Rita Segato, no vieron venir (o no quisieron ver que venía) es el de violencia estructural.
Era una bomba de tiempo han dicho algunos. Una olla a presión abandonada en el fuego (con la idea de que el mercado se encargaba de autorregular el fuego).
Es la violencia estructural dice la red.
El libro que estamos presentando tiene como antecedente 10 libros publicados por la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres desde el año 2004 a la fecha. Se trata de 10 libros que en sucesivas aproximaciones profundizan en la definición de lo debemos entender por violencia hacia las mujeres
Hago esta referencia para relevar una continuidad. Abordar el concepto de violencia estructural desde una perspectiva feminista –o tal vez deba decir apropiarse del concepto desde dicha perspectiva—no es algo que ocurra de manera repentina.
La producción de conocimiento gestionada por la Red tiene, además, la particularidad de realizarse desde el ACTIVISMO POLÍTICO FEMINISTA o, más bien dicho, es una expresión, entre otras, de ese activismo. Este hecho determina el perfil de las autoras de los artículos de esta compilación: son mujeres que han sido invitadas a participar de esta empresa teniendo en cuenta su domicilio en los movimientos sociales y las organizaciones políticas que RESISTEN las diversas formas de esta violencia que ahora, en este libro, adquiere el nombre de estructural. Porque esa es la otra cara de esta producción de conocimiento asumida por la Red: se registra, se documenta, se denuncia, se visibiliza la violencia y, en el mismo acto, SE RELEVA LA RESISTENCIA, la porfiada resistencia que no cesa.
Este libro es el resultado, entonces, de una invitación realizada por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres a un conjunto de mujeres a pensar, cada una desde los lugares de su activismo político feminista y, a la vez, de manera colectiva, la noción de VIOLENCIA ESTRUCTURAL.
Luna Follegati Montenegro, en el artículo que abre esta serie y que, además, da el título a este libro propone que hablar de violencia estructural hacia las mujeres nos sitúa en “EL CRUCE ENTRE (…) PATRIARCADO Y ECONOMÍA” lo que, hoy por hoy, significa abordar “la imbricación entre sistema patriarcal y capitalismo”.
Lo anterior, eso sí, desde un pensar situado. Se trata, señala Luna Follegati, de “articular un relato que pueda hacer frente a la dimensión transversal y estructural de la violencia hacia las mujeres, alertando sobre su continuidad dentro de un proceso de recomposición política e ideológica en el contexto latinoamericano actual”. Esto último significa tomar en cuenta que el capitalismo, bajo su forma neoliberal, “posee (…) un gobierno: las democracias consensuales que administran las formas de despojo y precarización de la vida de las mujeres y subalternos”. Es lo que conocemos por este lado del mundo (la olla a presión, la bomba de tiempo). Y es el contexto en que se hace evidente, “la condición política de las luchas feministas”.
Este cruce entre economía (capitalista, neoliberal) y patriarcado conduce a abordar temas como el extractivismo. Francisca Fernández Droguett lo hace desde una perspectiva que agrega a la díada capitalismo-patriarcado, la dimensión colonial: se nos impuso la visión moderna que coloca a “la naturaleza como un sistema a ser dominado y como eje del progreso de la humanidad”, a la vez que ubica a “lo femenino, lo indígena, lo afro, lo infantil como parte de la naturaleza en tanto estado salvaje, en contraposición a la cultura como ámbito de lo masculino, racional y por ende civilizado”, sostiene la autora. Esta visión trae consigo “economías masculinizadas” una de cuyas expresiones es el extractivismo. Este es parte, entonces, de una ocupación territorial, donde los territorios ocupados (“territorios en sacrificio”) no son solo espacios físicos sino una forma de estar en el mundo, una comunidad y, de manera central, los cuerpos de las mujeres.
Los “territorios en sacrificio” tienen nombre y en Chile se llaman, por ejemplo, Petorca, Puchuncaví-Quintero, el Wallmapu. Corina Muñoz y Johanna Molina, en su artículo “El extractivismo como arma del capitalismo contra las mujeres y sus comunidades”, junto con presentar la especificidad de cada uno de estos casos, proponen “ampliar la noción de extractivismo” y desde ahí postulan que “existe un conflicto entre el capital (…) y la vida”.
Mafalda Galdames Castro se refiere a otra de las formas en que se expresa la violencia que el capital ejerce a través de sus “economías masculinizadas”: el desarrollo de la agroindustria a gran escala. Esta, con la promesa de ofrecer “seguridad alimentaria”, amenaza con despojar a los pueblos de su “soberanía alimentaria”. La autora destaca el papel que han jugado y siguen jugando las mujeres en la defensa de la soberanía alimentaria.
La violencia estructural contra las mujeres tiene múltiples formas de legitimarse y, por esta vía, perpetuarse. Los medios de comunicación, sin duda, juegan un papel clave en estos procesos de legitimación/perpetuación. Yoselin Fernández Arce y Antonia del Solar Benavides, en su artículo incluido en este libro, analizan los “relatos y estructuras” de los medios de comunicación que perpetúan la violencia contra las mujeres.
Sin duda, el derecho también es un lugar de violencia estructural y como tal amerita la búsqueda en él de espacios de resistencia. Lidia Poza Matus propone la inclusión de la perspectiva de género y la interseccionalidad en la jurisprudencia como forma de resistencia a la violencia estructural hacia las mujeres en el ámbito del derecho.
Los tratados de libre comercio (TLC) postula Silvana del Valle Bustos son una expresión de lo que Rita Segato ha llamado el “mandato de masculinidad”. Un ejemplo reciente: el TPP-11, anunciado por las autoridades como un acuerdo “moderno” pues incorpora “nuevas temáticas”, entre ellas la de “género”. La autora identifica los mecanismos violentos hacia las mujeres que subyacen a los TLC, más allá de su oferta “moderna” (gatopardista) de género.
El artículo de María Isabel Matamala Vivaldi es una voz de alerta. La “guerra contra el terrorismo”en la Araucanía conlleva el peligro que toda guerra o militarización de un territorio significa para las mujeres y las niñas: el incremento de la violencia sexual llegando incluso a su uso como arma de guerra. Las experiencias en distintas latitudes, incluida América Latina, así lo demuestran, advierte la autora.
Mucho se habla en estos tiempos de la precarización de la vida en general y, en particular, del trabajo. Habría que mirar en clave feminista este concepto, propone Antonia Orellana Guarello. El trabajo de las mujeres no se ha precarizado… ¡siempre ha sido precario! Asalariado o no; formal o informal. El discurso del “empoderamiento”, tan caro al feminismo que se cursa desde el Estado y las políticas públicas, no considera esta condición estructural del trabajo femenino en el sistema capitalista, ahora extendida y generalizada por el neoliberalismo. “Mujeres empoderadas en medio de la desigualdad para trabajos que ya no existen” sería la propuesta liberal-estatal para enfrentar la violencia contra las mujeres.
“¿Qué hacemos frente al Estado neoliberal? ¿Lo ignoraremos como agente, recluyéndonos en activismos pequeños? ¿Apostaremos a su ajuste y reforma paulatina? ¿Hay espacio para preguntarnos, aún hoy, por un punto de fuga al neoliberalismo o nos contentamos con ser críticas?”. Son las preguntas que nos plantea la autora. Son también las preguntas de este libro.
Así las cosas y en resumidas cuentas este libro le planta cara a la violencia estructural que constituye la amalgama de una estratificación social conformada por la imbricación de patriarcado, capitalismo y colonialismo.
Fallarán una y otra vez las luchas de resistencia, parece advertirnos este libro, que no vean que la violencia 1. es estructural y 2. la estructura de la cual proviene esa violencia puede ser nombrada como patriarcapitalismo colonialista.
Chile despertó se ha dicho en estos días. Despertó, despertó, Chile despertó.
Me pregunto: ¿despertó anticapitalista?, ¿despertó anticolonial?, ¿despertó antipatriarcal?, ¿despertó feminista?
Si observamos los contenidos del malestar expresado en las diversas manifestaciones de esto que se ha dado en llamar el despertar de Chile… ¿encontramos expresiones que articulen un malestar que reconozca como su origen y antagonista el “patriarcapitalismo colonialista”?
No hay pacto sin nosotras, hemos dicho.
Yo quisiera agregar: no hay despertar sin nosotras.
Porque, a todo esto, nosotras ya estábamos despiertas cuando “Chile despertó”.
¿Cómo se intersecciona el mayo feminista de 2018 y el 8 M 2019 con el “despertar” de Chile? ¿Hay un continuo? ¿Qué lugar ocupan LasTesis en el despertar de Chile?
Pareciera ser que el feminismo se instala cada vez más como lugar de cruce e intersecciones: muy atrás quedan las segmentadas agendas de género; más que nunca el feminismo emerge como una trama de alianzas y articulaciones para enfrentar las lógicas patriarcales en su imbricación estructural con el capitalismo y el colonialismo.
¡Abajo el patriarcapitalismo colonialista!
(que va a caer que va a caer)
¡Arriba el feminismo anticapitalista y anticolonialista!
(que va a vencer que va a vencer)