En el 7mo capítulo de la sexta temporada de Mujeres en Sintonía, el programa de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, conversamos con Mariela Serey, fundadora y presidenta de la Asociación Yo Cuido, organización de cuidadoras informales de familiares con distintos grados de dependencia producto de discapacidad, enfermedad y condición diferente.
La crisis de los cuidados que las feministas venimos problematizando hace años ha sido uno de los grandes temas que la pandemia ha realzado: la importante labor de criar y cuidar de otras/otros ha recaído históricamente sobre las mujeres, de manera invisible y de forma no remunerada. La crisis por Covid-19 ha revelado con más fuerza aún cómo las mujeres siguen teniendo que cuidar de otras personas aun cuando estén enfermas, desempleadas, atestadas de trabajo asalariado y doméstico, mientras el Estado descansa con todo su peso en sus cuerpos y sus tiempos, como si el cuidado fuera un aspecto privado que cada familia deba resolver por sus medios.
“Esta lucha es feminizada desde el día uno y se vive dentro de los hogares, por lo tanto, está absolutamente invisibilizada”, expresa la fundadora de la organización, de ahí cabe preguntarse ¿Cuáles son las condiciones de las mujeres que cuidan de personas con distintos grados de dependencia?, ¿quién cuida a las que cuidan?
La Asociación Yo Cuido, constituida por cuidadoras y ex cuidadoras, se conformó a finales de 2017 cuando Mariela Serey comenzó a preguntarse por sus propias condiciones como cuidadora de su hija que requiere cuidados 24/7. Explica que, al igual que casi todas las luchas, esta se levantó a partir de las vivencias y dolores propios y colectivos: “más que todo era el sentirme como mujer, vulnerada en todos los derechos, ¿cómo es posible que siendo mujer, ser humana, viviendo en Chile no tenga derecho a absolutamente nada con esta situación que vivía con mi hija? Claro, mi vida era hacia ella pero hacia mi propia vida no había absolutamente nada”, enfatizó.
Es en ese momento en que Mariela empieza a mirar qué existía en materia de políticas públicas y cae en cuenta que nada sustantivo, es por eso que empezó a hacer un llamado abierto a otras personas que estuvieran en su misma situación. “Yo llevaba ya dos años cuidando a mi hija entre cuatro paredes y la verdad de que muchas posibilidades de conocer a otras personas no existían. Las redes sociales permitieron que nos empezáramos a conocer, encontrar, identificar y sentir que, al fin y al cabo, estábamos viviendo exactamente lo mismo: una vulneración de derechos hacia nosotras. Ese fue el puntapié oficial para empezar a organizarnos y empezar con esta lucha a un reconocimiento hacia nuestra labor”.
Han pasado un poco más de dos años y hoy la Asociación Yo Cuido está presente en seis regiones del país. Haciendo un repaso por su trayectoria, Mariela expresa que “hemos incidido en la creación de programas, en la creación de políticas públicas, hemos trabajado con distintos parlamentarios de distintos sectores para que la crisis del cuidado que, en este caso es de las mujeres que cuidan a personas con distinto grado de dependencia, se haga cargo el Estado porque de esto no se ha hecho cargo nunca”.
Cuidados, pandemia y Nueva Constitución
Desde la Asociación Yo Cuido durante estos años han estado construyendo una radiografía de la situación de las cuidadoras en Chile y han podido confirmar que la precariedad que se vive en el país respecto a este tema es bastante semejante a la experiencia de los países de América Latina y El Caribe.
Durante la pandemia realizaron un nuevo estudio, que recoge la experiencia de 1185 personas cuidadoras, de las cuales el 97% son mujeres. Dentro de los resultados destaca que el 96,6% de las personas que cuidan gana menos de $450.000 mensuales, es decir, quedan fuera del bono de ayuda social. El 99,2% de las encuestadas muestra cuadros de estrés, ansiedad o depresión y/o ha sufrido violencia doméstica. El 68% cree que el Estado no ha cumplido la indicación de la ONU sobre entrega de alimentos y medicamentos para personas con discapacidad en situación de aislamiento y cuarentena. El 41% de las personas en situación de dependencia no está recibiendo rehabilitación pues le fue cancelada y el 61% le han cancelado sus atenciones y controles de salud.
Bajo ese foco, Mariela manifiesta que los resultados fueron desalentadores y que por duro que parezca, las personas cuidadoras viven en un confinamiento permanente. Así mismo criticó el enfoque de las medidas que se han tomado, por ejemplo, la inexistencia de protocolos para las personas dependientes que se han contagiado, negándoseles acompañamiento durante sus hospitalizaciones a pesar de que requieren asistencia permanente. En esa misma línea, en relación a las residencias sanitarias, expresó que “no puede ser que solamente hayan sido pensadas para personas autónomas, ¿qué pasa para el resto de la gente?, ¿para los adultos mayores que no tienen movilidad?, ¿qué pasa con los pacientes que no son autovalentes?
Por último, destacó que en Chile hay aproximadamente 3 millones de personas de personas con discapacidad, de las cuales al menos 1 millón son personas con dependencia moderada y severa, que requieren apoyo de una cuidadora, “en este caso, esas personas somos nosotras y no estamos siendo consideradas: ni las personas con discapacidad y menos nosotras”, agregando que “el tema del cuidado tiene que quedar en la Nueva Constitución, tiene que ser un derecho el cuidar y el ser cuidado (…) tiene que existir una corresponsabilidad del Estado, tiene que existir una corresponsabilidad de parte de la sociedad y de las familias porque en este momento toda la responsabilidad de mantener con una buena calidad de vida a un otro, recae en nosotras y todo eso se ha visto aumentado y sobre dimensionado en este proceso de pandemia”, concluyó.
Para conocer más el trabajo de la Asociación Yo Cuido, ingresa a su sitio web y consulta su Facebook, Instagram y Twitter
Escucha el capítulo
En este capítulo también estuvo Agnieszka Bozanic, fundadora de Geroactivismo con quien estuvimos conversando sobre las condiciones de las adultas mayores en Chile.
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