Mientras las atrocidades de la dictadura civil-militar de Pinochet son ampliamente reconocidas, la violencia específica y sistemática contra mujeres lesbianas ha sido históricamente silenciada. Las percepciones son más difusas cuando se trata de represión estatal hacia las diversidades sexo-genéricas. Incluso dentro de esta misma comunidad, un porcentaje cree que no hubo una estrategia específica dirigida a estos grupos, sino que se reprimía de manera generalizada a los opositores al régimen (MOVILH, 2023). Esto implicaría que la orientación sexual y/o la identidad de género no eran factores relevantes o amenazantes para el régimen militar. No obstante, sí fueron relevantes, pues existió una represión específica hacia las diversidades sexo-genéricas, donde se les violentaba por sus orientaciones sexuales y/o identidades de género, una persecución violenta y sistemática (Ramos, 2023). En este caso particular, nos enfocaremos en mujeres lesbianas perseguidas, violentadas y asesinadas en dictadura.
La violencia contra las mujeres lesbianas en dictadura existió. Es una frase que debemos repetir y no olvidar. Durante la dictadura civil-militar, la violencia no provenía únicamente del aparato estatal, sino que también de una sociedad misógina, homoodiante y transodiante que violentaba cotidianamente a las lesbianas. En este sentido, la violencia contra las mujeres lesbianas que denunciamos hoy tiene raíces antiguas, por lo que es necesario identificar cómo la violencia patriarcal se ha manifestado de manera específica sobre los cuerpos de las mujeres lesbianas. Bajo este contexto de violencia patriarcal exacerbada, es fundamental comprender de qué formas las mujeres lesbianas eran discriminadas, controladas y violentadas (Carvajal, 2019).
De esta manera, se debe comprender que el lesbianismo es contrario al orden de género preexistente. El lesbianismo era opuesto al modelo sexual que la dictadura quiso instaurar en el régimen. Es decir, ser lesbiana era un atentado contra el orden que impuso la dictadura, sobre todo en términos de sexualidad. Por lo tanto, la represión contra las mujeres lesbianas se debe observar como control y disciplinamiento de cuerpos y vidas de mujeres que desobedecían ese orden. Eran castigos para corregirlas y reinstalarlas al modelo de mujer funcional para el modelo patriarcal y neoliberal de la dictadura.
Casos contra lesbianas en dictadura
A continuación, presentaremos dos casos que reflejan esta realidad. Primero, el caso de Consuelo Rivera-Fuentes, expresa política, poetisa, activista política y una de las fundadoras de LEA, el primer grupo público de lesbianas en Concepción. Rivera-Fuentes fue discriminada y torturada en dictadura por su militancia en el MIR (Desrues, s.f), pero también por ser mujer y lesbiana. Según su relato, la violencia ejercida contra ella se justificaba porque estaba ‘metida en asuntos de hombres’ y porque que ‘necesitaba’ un hombre. Este era el castigo que recibía por ser lesbiana y de izquierda. Esto demuestra que la violencia estatal hacia las mujeres lesbianas no era parte de una represión generalizada, sino que se aplicaban estrategias específicas. Por lo tanto, visibilizar estas agresiones es crucial para su politización.
El segundo caso es el crimen de odio contra de Mónica Briones, asesinada por ser mujer lesbiana en dictadura. Este lesbicidio fue perpetrado por un hombre desconocido, con aspectos militares según una testigo (Aliaga, 2024). Este caso, particularmente, visibiliza la limitación de la existencia y expresión lésbica, especialmente en un contexto de represión exacerbada. Además, este acontecimiento fue relevante para darle “cuerpo a la violencia específica que amenaza a las lesbianas y mujeres disidentes” (Aliaga, 2024, párr. 4), es decir, para evidenciar y afirmar la existencia de la violencia hacia las lesbianas.
Las mujeres enfrentan constantemente barreras y violencia simplemente por ser mujeres, debido a una estructura misógina y heteronormada que limita su existencia. Las lesbianas, además, son oprimidas por no ser heterosexuales, pues al no ajustarse a los roles socialmente establecidos son percibidas como mujeres indecentes e indeseables en una sociedad machista y lesboodiante (Albornoz, 2023). Lo anterior ocurrió durante la dictadura civil-militar y, aunque la forma y los niveles de violencia han cambiado, esta realidad persiste en la actualidad.
El discurso de excepcionalidad
La violencia contra las mujeres en dictadura no fue una excepción, sino una manifestación de la violencia estructural. Desde esta perspectiva, las violaciones, torturas y persecuciones sufridas por las lesbianas no fueron incidentes aislados, sino parte de una estrategia de control patriarcal, cuyo objetivo era suprimir las formas de resistencia sexual, política y social que desafiaban el orden establecido.
Sin embargo, el concepto de excepcionalidad sigue presente en discursos de los medios y la ciudadanía. Es fundamental comprender que este es un discurso machista que ha invisibilizado la violencia estructural y, en efecto, genera una despolitización del hecho. No es una excepcionalidad, sino que es un discurso que busca mitigar y esconder la violencia sistemática que existe contra las mujeres lesbianas.
El silencio y la censura sobre el lesboodio durante la dictadura son formas de borrar la existencia y las luchas de estas mujeres, de negar sus identidades y derechos. Al censurar el reconocimiento del odio y la violencia que enfrentaron, se refuerza la idea de que sus vidas, cuerpos y deseos son ilegítimos o irrelevantes. Esta negación perpetúa la impunidad y genera una sensación de injusticia en las víctimas, cuyas experiencias de represión quedan invisibilizadas (Albornoz, 2023).
Deudas hacia lesbianas en dictadura
A partir de lo expuesto, se puede afirmar que las deudas del Estado hacia las lesbianas violentadas en dictadura son numerosas. El Estado ha sido ineficiente en los procesos de verdad, justicia y reparación hacia estas mujeres. Por un lado, el Informe Rettig excluye a gran parte de las disidencias sexo-genéricas y, posteriormente, no ha habido iniciativas estatales de reconocer estas deudas (Ramos, 2023).
Es necesario cuestionar la visión que el Estado tiene sobre la violencia estatal durante la dictadura civil-militar. ¿Qué es para el Estado la represión, la tortura, las ejecuciones y las desapariciones forzadas? ¿Solo se validan si las víctimas fueron heterosexuales y, en su mayoría, hombres? ¿Es la violencia estatal contra una persona heterosexual idéntica a la ejercida contra una mujer lesbiana? Se debe reconocer la violencia contra las disidencias sexo-genéricas en dictadura como crímenes de lesa humanidad, pues la represión hacia estas personas fue sistemática.
Las lesbianas existimos y resistimos
Es crucial reconocer a las lesbianas como sujetas políticas durante dictadura y sus luchas. La censura del lesboodio y el discurso de su excepcionalidad niegan la existencia y experiencias de las lesbianas en ese contexto. Debemos rescatar estas historias de resistencia y visibilizar el odio y violencia que aún persiste contra las lesbianas. El silencio y la censura de sus experiencias son, también, formas de borrar esta resistencia. Por ello, parte de la lucha por la memoria lésbica es desarticular el discurso de la excepcionalidad y reconocer que este es un problema estructural. Debemos erradicar la lesbofobia de las instituciones, de las normas sociales, de la justicia y de la memoria, pues la violencia y persecución contra las mujeres lesbianas en dictadura sí existió.
Por Florencia Rath Lanza, integrante de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.