Por Elena Águila, Doctora en Literatura y Lenguas Hispánicas (Boston University), editora, crítica cultural feminista y colaboradora recurrente de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en el área de publicaciones
Hace unas semanas pasó por Chile, invitada por el Grupo de Estudios Feministas (GEF), Cinzia Arruzza, teórica feminista italiana avecindada en Nueva York y autora, junto a Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser del libro Feminismo para el 99%. Un manifiesto (2019). El fantasma que recorre, más que Europa, el mundo ya no es el comunismo, sino el feminismo, pareciera sugerirnos el título de este manifiesto estructurado en torno a 11 “tesis”.
Los manifiestos, por definición, no admiten medias tintas y surgen en momentos de efervescencia política y/o cultural. Los manifiestos conminan a definirse frente a una encrucijada. En este caso lo que habría que decidir es si se está por un feminismo para el 1% (liberal) o por un feminismo para el 99% (anticapitalista).
Cabe señalar que el título de este manifiesto tiene como referencia el discurso articulado por el “demócrata socialista” Bernie Sanders en Estados Unidos, en torno a la denuncia de que un 1% de la población de su país concentra en sus manos más riqueza que el restante 99%. Creo que esto es significativo porque nos permite tener presente el contexto en el que se escribe/inscribe este manifiesto. Este mismo contexto es el que se evidencia si consideramos que, para caracterizar el feminismo (liberal) del 1%, en el manifiesto se hace referencia al movimiento del “lean in” (que puede traducirse como “ir adelante”) impulsado por Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, quien, según nos explica el manifiesto, en 2018 “le dijo al mundo que ‘estaríamos mucho mejor si la mitad de los países y las empresas estuvieran dirigidas por mujeres, y la mitad de los hogares, por hombres’ y que ‘no deberíamos darnos por satisfechas hasta alcanzar ese objetivo’” (p. 11). Más adelante, para dar pruebas de la crisis del feminismo liberal se pone como ejemplo la derrota de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales norteamericanas de 2016. Digámoslo: se trata de un contexto gringo cuyas referencias no necesariamente nos son familiares (o pertinentes) por estas latitudes. ¿Importa? Tiendo a pensar que sí, aunque dejo pendiente explayarme aquí al respecto.
Para caracterizar el feminismo (anticapitalista) del 99% las referencias se desplazan al 8M español del mismo año con su convocatoria a la “huelga feminista”: “Exigían ‘una sociedad libre de opresión sexista, explotación y violencia’ y llamaban ‘a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo’” (p. 12). La herramienta: una huelga en la que “nos cruzamos de brazos [y así] interrumpimos toda actividad productiva y reproductiva” (p. 12).
Esta sería la encrucijada frente a la cual estaríamos conminadas a definirnos: vamos por “un mundo en el que la tarea de liderar la explotación laboral y la opresión social se reparta de forma equitativa, dentro de la clase dirigente [el 1%], entre hombres y mujeres”, por un mundo de “igualdad de oportunidades” para ejercer la dominación, por un mundo donde en vez de un hombre sea una mujer “quien aplasta sindicatos, manda un dron a matar a sus padres, o encierra a sus hijos en una jaula en la frontera” o vamos por “terminar con el capitalismo”, esto es, por “terminar con el sistema que produce al jefe, genera las fronteras nacionales y manufactura los drones que las protegen” (p. 13).
Por obra y gracia del neoliberalismo, “esa forma del capitalismo particularmente predatoria y financiera que en los últimos cuarenta años ha dominado al mundo”, estaríamos frente a “la ausencia de toda vía intermedia viable” (p. 14): o seguimos “buscando la igualdad de oportunidades en la dominación” o “nos [atrevemos] a reimaginar la justicia de género en un forma anticapitalista, de modo que apunte más allá de la crisis actual [y] (…) nos guíe hacia una nueva sociedad” (p. 14). O nos vamos con el 1% o con el 99% de la humanidad. O nos vamos con lxs dueñxs del capital (da lo mismo que sean hombres o mujeres) o nos unimos con “otros movimientos anticapitalistas y antisistémicos” en pos de una sociedad más justa.
¿Muy blanco y negro? Ya lo dije, se trata de un manifiesto y los manifiestos no admiten grises. La realidad sí.