En el tercer capítulo de la sexta temporada de Mujeres En Sintonía, el programa de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, conversamos sobre mujeres, crisis sanitaria y salud, el rol clave de los cuidados y el desmantelamiento de la salud pública en el sistema neoliberal chileno, junto a María Isabel Matamala, activista feminista de larga trayectoria y médica en salud colectiva.
Las motivaciones que abonaron para que la revuelta social estallara en octubre de 2019 eran de corte político y social. El derecho a la salud resonó con fuerza. María Isabel Matamala, médica en salud colectiva, se refirió al desmantelamiento del sistema público de salud, al Estado subsidiario y a la necesidad urgente de cambiar la Constitución de Pinochet, que no garantiza el acceso a la salud sino que establece que “cada persona tiene derecho a elegir el sistema de salud al que desee acogerse, sea este estatal o privado”.
Al respecto, la activista feminista afirmó qué tal artículo se presenta como si se tratara de un tema de libertad de decisión, cuando en realidad aseguró que “es una trampa ¿Qué salida tiene una mujer que vende todos los días en la feria respecto a la libertad de acceder a un sistema privado de salud? No tiene ninguna, ni tiene ninguna posibilidad de acceder a un sistema público de salud que satisfaga todas sus necesidades, entonces esa Constitución tiene que ser eliminada y reemplazada por una nueva, donde coloquemos en el centro el derecho a la salud sin ninguna otra barrera”.
En esa misma línea, sostuvo que cuando hablamos de salud también debe contemplarse el derecho a gozar de alimentación, agua potable, educación, vivienda, así como también “el derecho a la participación en las decisiones de las políticas públicas”.
Profundizando en lo anterior, señaló que “la salud es una construcción, es un resultado de cuál es la vida que las poblaciones y las personas, tanto individual como colectivamente, llevan su forma de estar en el mundo”, aseverando que para pensar en una salud integral y colectiva es clave la “interlocución con los grupos humanos que forman las distintas comunidades (…) el mejor ejemplo lo tenemos en estos momentos de la pandemia, en que la población sólo recibe retos desde las autoridades”, sostuvo.
“Poblaciones que han sido excluidas y que solamente reciben órdenes, protocolos o indicaciones no es una población que está participando activamente y a la cual le podamos exigir que tenga toda la confianza”, enfatizó la profesional de la salud, agregando que “hay una cortina que separa la realidad de los hospitales de la realidad de las personas que están viviendo este drama en la pobreza, quienes no pueden mantener los protocolos de cuarentena porque sino no comen”.
Al mismo tiempo, criticó al actual ministro de Salud, Jaime Mañalich: “podrá ser excelente gerente de una clínica privada pero con sectores privilegiados, a los cuales nunca les va a faltar el pan diario para todos sus hijos. No puede esa persona -que subjetivamente se ha construido de otra manera- ponerse en los zapatos de las personas que viven en la pobreza o en el límite de la pobreza. Tampoco puede pensar desde un enfoque que sea médico-social y no inminentemente medicalista”.
Mujeres en la primera línea
En relación al bienestar de las mujeres, María Isabel Matamala advirtió que “permanentemente, incluso sin pandemia, la salud mental de las mujeres está en la cuerda floja”, esto debido a la doble y triple jornada a la que debemos responder: “desde siempre estamos en esa primera línea de los cuidados de otros, otras y otres al interior de los hogares (…) En esta pandemia nos encontramos con que a ese trabajo cotidiano, se suma el cuidado que nos indican todos los protocolos que tenemos que solventar a nivel de hogares y sabemos perfectamente que ese trabajo lo sustentan las mujeres”, subrayó. Relevando también que el porcentaje de mujeres que se desempeña en los sistemas de salud a nivel mundial alcanza alrededor del 70%.
Además de la presión que significa para las mujeres estar sosteniendo la vida colectiva, se suma la violencia patriarcal. La activista feminista recalcó que no solo tienen que estar desempeñando múltiples trabajos simultáneos sino que también soportar “la tensión permanente del dominio patriarcal al interior de los hogares (…) el control permanente, el ver a la mujer como un objeto de posesión es tremendamente desgastante para ellas. Todo esto va minando su salud mental”.
Así mismo, indicó que hoy “se está creando una nueva clase social que es la clase de la edad, que no tienes los mismos derechos, o sea, automáticamente quedas fuera”. Detallando que las mujeres viven más pero en peores condiciones, por lo tanto, serían quienes estarían quedando fuera del acceso a la salud: “mujeres que han dado su vida cuidando y que en el momento en que necesitan una cama no las van a tener porque son mayores y tienen enfermedades crónicas subyacentes”, sentenció.
Salud sexual y reproductiva en alerta
La también integrante de la Mesa de Acción por el Aborto – Chile, alertó que “se despriorizaron todas las atenciones que no sean las de la pandemia, entonces las mujeres se han visto en situaciones de crisis de anticonceptivos y de atención, incluso a lo que implica la Ley de aborto en 3 causales que no se está cumpliendo”. Igualmente denunció que “además de los problemas de salud mental a la salida de la pandemia, vamos a tener también un problema con el aumento de los embarazos no deseados tanto de mujeres adultas como aquellas adolescentes o niñas que incluso han sido violentadas sexualmente dentro de sus hogares. Nos preocupa tremendamente y nos estamos ocupando en el monitoreo social para que este diagnóstico nos sirva para refrendar la denuncia que hoy estamos haciendo”.
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