En conversación con Mujeres en Sintonía, el programa radial de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, la psicóloga e integrante del Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO) y parte de la Red Chilena de Salud Mental Perinatal, Paulina Sánchez se refirió a las condiciones en que se encuentran las mujeres en Chile durante la gestación, parto y puerperio.
En el noveno capítulo de Mujeres en Sintonía, conversaciones feministas durante la crisis estuvimos abordando las distintas manifestaciones de la violencia ginecobstétrica. En el primer bloque revisamos la Primera Encuesta sobre Violencia Ginecológica y Obstétrica en Chile 2019-2020, realizada por la Colectiva contra la Violencia Ginecológica y Obstétrica. Estudio en el que participaron 4552 mujeres y personas asignadas mujer al momento de nacer y que arrojó que el 67% de las encuestadas señala haber sufrido violencia ginecológica y un 79%, violencia obstétrica.
La encuesta da cuenta de situaciones que mujeres enfrentan a la hora de acceder a la atención ginecobstétrica tanto en el sistema público como privado, tales como: comentarios inapropiados respecto a sus cuerpos, infantilización, descalificación, humillación, postergación de exámenes importantes, silenciamiento de sus preguntas y sentires, sobre-medicalización, procedimientos realizados sin previo anuncio, desnudamientos innecesarios, patologización de procesos fisiológicos, abuso sexual por parte de profesionales de la salud, entre otros.
El cuerpo de las mujeres como escenario de la violencia obstétrica
En el segundo bloque, nos acompañó Paulina Sánchez, integrante del Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO) y parte de la Red Chilena de Salud Mental Perinatal con quien hablamos específicamente de violencia obstétrica, quien señaló que las distintas expresiones de esta violencia ejercida por el personal de salud, dan cuenta de “una posición de dominación y de poder respecto a los cuerpos de las mujeres”, agregando que “es un entramado entre violencia de género y violencia institucional. Violencia de género porque es en el escenario del cuerpo de la mujer donde se manifiesta toda esta excesiva medicalización y estos malos tratos y abusos que a veces son brutales”.
Así mismo, indicó que durante el parto “los cuerpos están fisiológicamente funcionando con las mismas hormonas y reacciones que se tiene al momento del acto sexual, eso es lo que se trata de acallar. Lo que las mujeres requieren es gritar, gemir, estar en una posición del cuerpo sexual expuesto y cuando vemos ese intento de dominación, finalmente lo que se hace es dominar la expresión sexual libre del cuerpo de las mujeres”.
Paulina también destacó que otra manifestación de violencia obstétrica es la excesiva medicalización lo que lleva, por ejemplo, a que Chile tenga un alto índice de cesáreas injustificadas: “la lógica de la cesárea tiene mucho que ver con la lógica de mercado porque un trabajo de parto, para tener un parto fisiológico vaginal, requiere mucho tiempo o el tiempo singular de cada mujer: pueden ser 6, 8, 15, 20 horas. En el sistema de mercado eso toma mucho tiempo y la cesárea es mucho más rápida y, además, se puede ajustar al tiempo del equipo médico. Entonces es homogeneizar y atribuir características devaluadoras a los cuerpos de las mujeres para justificar estas prácticas”.
Respecto a la distancia que muchas veces existe entre las mujeres y los equipos médicos, la psicóloga explica que “la medicina tiene aportes, lo que efectivamente ha hecho es aportar a disminuir la mortalidad materno-infantil, pero la gestación y muchos procesos sexuales y reproductivos no son patológicos. La ginecología y la medicina lo que sabe es patología y cuando el cuerpo de la mujer está con procesos sexuales y reproductivos fisiológicos naturales, sanos, lo que requiere es información y acompañamiento”, afirmó, agregando que lo que es urgente es integrar una perspectiva de género y una lógica del cuidado en la formación de las y los profesionales de la salud.
En relación al parto, Paulina explicó que aún hay mandatos y estereotipos que siguen vigentes. Por ejemplo, si no se llevó a cabo un parto vaginal, persiste la creencia de que la mujer en cuestión no fue lo suficientemente poderosa o no es buena madre. En ese sentido, manifestó que lo importante es “centrarnos en que el parto sea acorde a las características de ese cuerpo y lo que ese cuerpo, según su propio ciclo sexual y reproductivo, puede”.
Por otra parte, puntualizó que un parto respetado, humanizado o personalizado es aquel que se da en condiciones que permiten que no se realice según la medicalización rutinaria sino que según las necesidades particulares: “un parto respetado se va a dar con una matrona o matrón que lo que va a hacer es estar acompañando e intervenir cuando sea necesario, que va a preguntar, que antes del parto va a conversar contigo para entender qué es lo que tú quieres o, por ejemplo, con los índices que sabemos que hay sobre violencia sexual, que pueda existir antes una conversación con tu matrona donde hablar de esas experiencias para saber qué vas a necesitar en el parto para poder sentirte segura”.
En esa misma línea, la psicóloga recalcó que en Chile no existe una ley de parto respetado: “no existe una ley que proteja los derechos de las gestantes, sin embargo, sí existen las leyes hacia la niñez y aquí, de lo que también estamos hablando es de la forma en que los seres humanos están llegando al mundo entonces tenemos que preguntarnos qué es lo que nos está pasando socialmente que desde que llegamos al mundo nos violentan”.
Otro de los aspectos que Paulina relevó fue el racismo que viven mujeres indígenas, afrodescendientes y migrantes durante la atención de salud: “la discriminación que viven las compañeras migrantes hoy en Chile que están pariendo en el sector público es horrorosa (…) Aquí se requiere que puedan integrarse nuevos paradigmas de atención al parto y con perspectiva de género y de derechos humanos porque como hoy no existe una regulación, muchas veces los relatos de las mujeres, sobre todo en los lugares que hay mayor discriminación, es como escuchar relatos de tortura. Hay bebés que nacen en el piso y mujeres que están pariendo solas”. Igualmente indicó que “El parir es un acto cultural y hay distintas formas. Las compañeras haitianas tiene una relación con su cuerpo, hay una forma en la vocalización que es distinta, los rituales, todo, es un acto cultural”.
Parir y nacer en pandemia
Una de las primeras acciones que realizó el Observatorio de Violencia Obstétrica fue elaborar un catastro colaborativo con el fin de identificar cuál era la situación y cuáles eran los derechos que estaban siendo vulnerados al momento de la atención al parto. El catastro reveló que, al 31 de mayo, de las 101 instituciones consultadas el 87% de las mujeres parían acompañadas en centros privados, cifra que descendía a 25% en hospitales públicos.
En relación a los resultados, la psicóloga los calificó de alarmantes ya que muchas mujeres estaban pariendo solas, señalando también que en algunos centros u hospitales no existían siquiera protocolos: “aquí también se evidenció la precariedad que hemos visto del manejo, en general, de salud. Cada institución hacía lo que podía”, enfatizando que manuales de atención al parto personalizado y la evidencia científica releva la importancia de parir acompañada de persona(s) significativa(s): “el parir requiere de acompañamiento porque el acompañamiento emocional es lo que favorece un parto fisiológico protegido y aquí muchas mujeres parieron en condiciones de estrés, solas (…) esto interfiere en la lactancia y esto interfiere no solamente en la salud de la mujer, sino que también en la salud del recién nacido: físico y psíquico”.
“La violencia, la indefensión te quita el poder de poder sentir que después podrás criar a alguien que, por ejemplo, pueda transformar la sociedad y tú ahí vas a maternar con la sensación de que no puedes, de que duele, de que eres mala madre, con culpa y, por ende, vamos replicando dinámicas en la crianza”, expresó Paulina, indicando que se requieren más dispositivos de atención a la reparación en la experiencia de violencia obstétrica.
Organizaciones recomendadas
Matria Fecunda
Madre Nativa
Parirnos Chile
Observatorio de Violencia Obstétrica
Red Chilena de Salud Mental Perinatal
Colectiva contra la Violencia Ginecológica y Obstétrica