Por Alondra Carrillo, vocera de la Coordinadora Feminista 8 de marzo
Re-lanzamiento del libro Violencia estructural y feminismo: apuntes para una discusión en la Carpa de las Mujeres en el marco de la Cumbre de los Pueblos.
Diciembre 2019
___________________________
Primero que todo quisiera agradecer la oportunidad de estar comentando este libro, por una razón bien peculiar. No sé si les habrá pasado, pero a mí me ocurrido que me ha costado mucho leer en esta revuelta. Ha sido difícil sentarse, darse el tiempo de parar, tomar un libro y disponerse a esa tarea. Tener que presentar me impuso, un poco como una obligación, el tener que parar y leer, y hacerlo en este contexto adquirió renovado sentido. Espero que si no han leído todavía este libro lo puedan leer, se lo puedan llevar y lo puedan revisar.
Adquirió renovado sentido también por esto que nos tiene a todas conmovidas y tocadas y atravesadas, por lo que ha sido la reemergencia de esta ola feminista internacional, internacionalista, que retoma su fuerza alimentada desde lo que aquí estamos viviendo y desde el horror que estamos experimentando. Entonces, el ejercicio de leer fue también de conmoverse con lo que está contenido en el texto: no es solamente una reflexión general, política, respecto de algo que no nos atañe sino que es una elaboración de un cierto dolor, de un cierto sufrimiento que nos atraviesa de manera permanente. Esas son las primeras reflexiones con las que quería agradecer la oportunidad de estar comentando este libro.
Me gustaría dividir lo que quiero comentar en dos partes. La primera, es el sentido que tiene un libro como este en general. Y la segunda, el sentido que tiene un libro como este en el momento actual.
Esa fue la primera pregunta que me hice mientras estaba leyendo: la pregunta por el sentido de un libro como este. Lo que significa el hecho de que como feministas estemos elaborando este tipo de material, estemos incurriendo en este tipo de actividad que significa el ejercicio editorial, llamarnos a escribir, a producir texto, a producir voz. Lo que se pone de manifiesto y aparece casi inmediatamente al momento de revisar este libro es que ese ejercicio se inscribe en una larga tradición de escritura política feminista, y se inscribe también una extensa tradición de la misma Red, que lleva un buen rato haciendo esta contribución y este aporte que implica editar libros feministas, y convocar a compañeras a hacerse parte de eso. Me parece que ese ejercicio se ha llevado adelante, como decía Elena en el inicio, con una insistente porfía. No se ha hecho exclusivamente en el tiempo presente en que el feminismo es palabra corriente, o que la reflexión respecto de la violencia es cotidiana, o que tenemos la posibilidad de hablar de esto en la sobremesa, con nuestras amigas o con nuestra familia. Se viene haciendo desde un momento en el cual el peso de la legitimidad de la violencia patriarcal se imponía sobre el ejercicio del pensamiento, y se imponía sobre el ejercicio de reflexión política feminista.
Es esa insistencia y esta porfía la que aparece con este libro. Lo que creo que esa insistencia permite es proveer de configuraciones de sentido que son claves para momentos como este, en que esa legitimidad con que se ha investido a la violencia patriarcal parece minarse. Un momento en que algo de lo invisible de esa violencia se quiebra, e irrumpe en el campo de visibilidad. Lo hizo el 2016 de manera muy potente con el Ni Una Menos, el 2018 con el mayo feminista y este año con el 8M y Las Tesis. Lo que pienso es que textos como este y ejercicios de escritura y pensamiento como los que va a haciendo la Red, van horadando de manera continua y permanente la aparente firmeza del discurso legitimador, y de manera subterránea van gestando las condiciones para que enfrentemos momentos como este, momentos de crisis, teniendo un espacio de sentido al cual recurrir, un espacio de tradición propia de la cual retomar un ejercicio de debate y de discusión crítica.
Otro elemento respecto del sentido que tiene un libro como este en términos generales es que plantea un problema que sirve de excusa para producir pensamiento feminista (como lo es la relación entre la violencia estructural y el feminismo), y con ello articula reflexiones diversas que se ponen en común no tanto por tener un mismo objeto, no tanto por estar pensando la misma cuestión, no porque estén todas dirigidas hacia lo mismo, sino que porque participan de una acción política común, a saber, la interrogación feminista. Y ponen esta acción política al servicio de la renovación continua de la discusión crítica feminista.
Esto es útil en muchos niveles. Un ejemplo concreto es que en el último tiempo, lo que desde cierto sector del feminismo vino a ser instalado es la noción de precarización de la vida. Es una noción que aparece como una clave de lectura que nos permite mirar la generalidad o la profundidad de una serie de manifestaciones de deterioro creciente de la vida, y que constituyen el campo general en el marco del cual se da la violencia patriarcal como un momento imprescindible de la renovación continua de la vida. Este libro, y con él la función política de la interrogación feminista que pone a circular, nos permite combatir los olvidos continuos y constitutivos de toda nueva aparición conceptual: decimos precarización de la vida y hay cosas que quedan fuera, necesariamente. Hay cosas que aparecen sintomáticamente por el lado. Así, retrotrayendo una larga discusión al interior del movimiento feminista como es el problema de la violencia estructural, podemos ir llenando esos vacíos u olvidos que aparecen al dotarnos de herramientas conceptuales para nombrar la realidad que queremos ir combatiendo y que queremos ir transformando. Esta función política alimenta la imprescindible inteligencia colectiva de la que se nutre este feminismo como acción política y de la que se requiere para poder inscribir esta acción de masas que se está desarrollando hoy en el movimiento feminista en el largo trazado histórico que le puede servir de herramienta.
Lo último que quiero decir respecto del sentido de un libro como este es que realiza un ejercicio fundamental como feministas, que es el debate. No solamente ir completando o complementando una junto a otra de manera continua posiciones que no entran en relación unas con otras y que no se tensionan entre sí. Si una ve este libro, lo que puede ver es que, por supuesto, hay una reflexión situada respecto de cada una de las conflictividades y de cada uno de los ámbitos de esta violencia estructural en los cuales las compañeras están debatiendo, pero también hay tesis políticas en cada uno de los artículos. Y esas tesis no necesariamente están en una posición armónica entre sí. Debaten. Abren campos de cuestionamiento respecto del lugar del neoliberalismo, por ejemplo. Respecto del lugar de una acción política feminista en el marco de las luchas antineoliberales. Respecto de la posibilidad de totalizar una mirada feminista o bien respecto de la necesidad de acotar el feminismo para situarle un campo, un margen y también un espacio de iniciativa, distinguible de otros espacios de iniciativa antineoliberal. Y ese tipo de cuestiones, que no necesariamente están explícitas están ahí, están contenidas, y permiten recordar algo que siempre es necesario recordar: que nuestro feminismo tiene que estar plagado de debate y de diferencia, y que esa diferencia puede ser muy productiva, aún más productiva cuando tomamos libros como este para ponernos a discutir y para ponernos a pensar, y no solamente como un ejercicio de “neutra” producción de conocimiento, como si pudiéramos hacer algo como eso, producir neutramente algún conocimiento feminista.
Ahora, respecto del sentido que tiene relanzar este libro (porque se ha lanzado ya varias veces), en este momento, en la Carpa de Mujeres, en este 6 de diciembre en que ya van a ser casi dos meses de revuelta popular (no sé qué nombre le vamos a poner, a mí me gusta decirle revuelta popular, aunque voy ensayando otros nombres). Lo que pienso es que en este escenario de excepción, de anormalidad casi total de la vida, este libro revela dos cosas: primero, que ese estado de excepción para algunas es permanente, es decir, no es algo nuevo. Que estemos en un momento de suspensión de las garantías supuestamente otorgadas por la institucionalidad para desarrollar una vida libre, soberana; que aparezca la violencia a la vuelta de la esquina como un ejercicio de disciplinamiento; todo eso que aparece como una cuestión propia de un estado excepcional es el estado permanente de nuestras vidas como mujeres, y de maneras diferenciadas en función de las posiciones diferenciadas que ocupamos en el entramado de violencias, opresiones y dominaciones. En ese sentido, el sentido de relanzar este libro es poner de relieve esa verdad brutal, que es que para las mujeres siempre es estado de excepción.
Pero también tiene otro sentido. No sé si estarán de acuerdo con lo que voy a decir, pero… Chile cambió. Cambió irremontablemente, es irreversible lo que ha ocurrido en nuestro país. Quiero pensar eso, quiero pensar que cualquier ejercicio de escritura, de publicación, de debate que hayamos realizado antes de este momento necesariamente debe ser revisado a la luz de lo que este momento está poniendo sobre la mesa y de lo que está desplazando en términos de márgenes de visibilidad, de comprensión o de legitimidad. Un momento en que las formas de protesta se radicalizan y se radicalizan también nuestras ansias y nuestro deseo por cambiarlo todo, porque ya no sea sólo un ámbito de la vida el que se vea tocado por nuestra acción política, sino que tratemos de gestar una acción política lo suficientemente fuerte como para plantearnos la posibilidad de que lo que cambie sea absolutamente todo. Esto es algo que las feministas venimos diciendo hace bastante rato, pero que cada vez más cuenta con la fuerza social efectiva como para poder ir avanzando.
En ese sentido, relanzar este libro en este momento implica reconocer un salto histórico. Un salto histórico que es, por cierto, nuestro propio salto, y que nos sitúa en una posición necesariamente distinta. Nos lleva a revisar lo que está contenido aquí con una mirada nueva, con un prisma nuevo que la revuelta popular necesariamente impone sobre nuestra mirada y que nos lleva a visitar ámbitos de conflicto, ámbitos problemáticos que son viejos, que son de larga data, con una nueva luz. Hay algunos artículos de este libro que me parece particularmente interesante pensar con esa clave, de la transformación de la mirada de este contexto de revuelta en que todo se trastoca y en que la verdad aparece al descubierto con toda su brutalidad, la brutalidad de la violencia y cómo van cayendo los velos que nos hacen pensar que compartimos intereses cuando no es así, por ejemplo.
Estaba pensando cuando leía este libro en el texto de Antonia y de Yocelin respecto de la prensa y los medios de comunicación. Pensaba en esta revisión que hacen al comienzo de este texto respecto de las condiciones estructurales que determinan la función política de la prensa. Lo que pensaba es que hoy se hace más clara que nunca la función política de la prensa. Algo que quizás hace tres o cuatro meses era un conocimiento más bien “selecto”, de quienes se sentaban a analizar los medios de comunicación, o quienes tenían las herramientas disciplinares, académicas o militantes para pensar su función política, o de las feministas que tenían formación para pensar la función de la prensa respecto de los roles, los estereotipos, las formas en las que se nos representa. Hoy, el conocimiento respecto de esta función la vemos como parte de nuestra experiencia de todos los días; vemos su función realizarse de manera permanente, y la vemos porque vemos nuestra propia realidad puesta ahí de manera insoslayable, no sólo nosotras como feministas, sino nosotras como mujeres y nosotras como parte de los pueblos que se han levantado en este tiempo. Lo que está ocurriendo en este momento es que se nos muestra el cuerpo sensible del capital. Su respuesta orgánica. Lo que este artículo retrata o muestra en términos descriptivos ahora lo estamos viendo en su pleno movimiento, en su plena capacidad de despliegue y en toda su potencia activa, en acto.
El segundo punto que me salta a la vista es el texto de Mafalda, por un punto que quizás es tangencial: cómo en ese texto se presenta la configuración de la vía campesina como una posibilidad de hacer frente a la depredación neoliberal y extractivista, y que leyéndolo en este momento nos plantea un pregunta respecto de las formas orgánicas de este estallido Impone la pregunta de si es posible pensar en una organicidad feminista que pueda emerger de las potencialidades y potencialidades que implica la lucha contra la violencia estructural que hoy se está desarrollando.
Y lo último que me gustaría referir respecto del sentido de relanzar este libro en este momento es la pertinencia dolorosa y brutal del texto de María Isabel Matamala. Es un texto que está dedicado al problema de la violencia política sexual en el contexto de la militarización del Wallmapu, y que se pregunta si es posible evitar la violencia política sexual en un contexto de militarización. Y es terrible leer ese texto en este momento, ¿no? Es brutal leer ese texto en este momento en que, aunque puede ser que lo hayamos visto venir, hay cosas que no podíamos ver en la magnitud que iban a tener: no podríamos haber imaginado que en estos dos meses íbamos a ver la generalización del aparato que pone en acto la violencia política sexual como una política sistemática del Estado contra nosotras, que íbamos a tener que estar saliendo a la calle miles de mujeres a bailar la relación íntima entre las violencias machistas y la violencia de este Estado y de los pacos… de algún modo, lo que hace la reflexión de María Isabel Matamala contenida en este libro es que desmonta (así como lo hace siempre la reflexión respecto de la función política de la violencia política sexual) el efecto de naturalización continua que hace invisible la sistematicidad social de esa violencia. En el análisis respecto de la violencia política sexual en el contexto de la militarización del wallmapu hay dos cosas claves: una, mostrar hasta qué punto Wallmapu fue un laboratorio de lo que hoy estamos experimentando a lo largo de todo el territorio. Un laboratorio que se desarrolló durante largo tiempo, muy sofisticado, que alcanzó niveles de tecnicidad bastante impresionantes. Pero también un segundo punto, que por lo menos como feministas es fundamental plantear, y que insistentemente debemos seguir planteando: que decir que una violencia es sistemática, no quiere decir que necesariamente quienes la ejercen tienen que tener plena conciencia de la violencia que están ejerciendo, no necesariamente tienen que tener plena conciencia u organización premeditada (aunque la tienen), sino que basta con reconocer que es una forma de disciplinamiento que está contenida en el corazón mismo de la violencia represiva, y con ello en el corazón mismo del poder fáctico que sostiene, en último término, los términos de una hegemonía agotada. Y que nosotras, como feministas, en la medida en que hemos podido poner nuestros cuerpos en la primera línea o, como dice Marielle Franco, ocupar con nuestros cuerpos todos los espacios, hemos podido evidenciar toda la violencia política que eso significa, de manera aguda y de manera permanente.
Ahora vienen muchas actividades, aquí en la Carpa también van a haber, y estarán deambulando nuevamente Las Tesis por el centro de Santiago, un día después o dos días después de que el conjunto del parlamento haya decidido aprobar una legislación por la que cualquiera de nosotras arriesga cinco años de cárcel por estar en una barricada, por tirar una piedra o por, como lo hemos hecho nosotras, llamar a la huelga. Y en ese contexto es que tiene mucho sentido, pleno sentido, leer este libro.