
Por Yesenia Alegre Valencia
Socióloga feminista. Magíster en Estudios Culturales. Doctoranda en Estudios Interdisciplinarios de la Universidad de Valparaíso
El 8 de marzo se aproxima y las mujeres feministas nos comenzamos a preparar para nuevas actividades de conmemoración, este año con el llamado a una huelga internacional y a una marcha que mostrará con toda su fuerza el ‘estallido feminista’ que se ha ido posicionando cada vez más en el mundo.
Y es a propósito de este ‘estallido feminista’ que creo preciso detenernos a reflexionar por el significado de este día que, si bien es internacional, nuestra propia historia del movimiento de mujeres en Chile permite una lectura desde lo local. Ciertamente hoy estamos ante la presencia de una efervescencia feminista que se ha filtrado por múltiples huecos y fisuras, tanto en la academia, como en las organizaciones políticas y sociales, en la calle, en los colegios, etc., lo cuales tremendamente positivo y corresponde a un gran logro político, pero no podemos olvidar ni perder de vista las diversas luchas y enfrentamientos que tantas otras mujeres han dado a lo largo de la historia del movimiento feminista en Chile, como una forma de tributo, de aprendizaje y de memoria. Es por esto que he querido recordar, a modo de homenaje, algunos de los momentos más emblemáticos de ésta, nuestra historia.
El primer momento que la historia moderna nos proporciona dice relación con la lucha por el sufragio femenino, etapa donde lejos de exigir autonomía, las mujeres luchaban por tener un lugar en la sociedad, ser consideradas ciudadanas de igual categoría, por tanto, albergar los mismos derechos que los hombres. La lucha por el voto femenino se inicia a mediados del siglo XIX, en un contexto de convulsión social por la llamada ‘cuestión social’, donde a las mujeres se les exigía ser el sostén de la patria, pero sin el acceso a los mínimos derechos civiles. En esta etapa hay un sin número de mujeres que se organizaron tanto en los barrios, como en las fábricas y en la academia. Algunas representantes de este período son Martina Barros, Antonia Tarragó, Isabel LeBrun, Isabel Irarrázabal Pereira, entre otras. Se conoce este período como un feminismo de tipo doméstico y maternalista, pues las mujeres luchaban por ser colaboradoras en lo social no por romper con los mandatos establecidos. El derecho al voto se logra recién en 1934 para el caso delas municipales y en 1949 para el voto femenino universal.
Un segundo período que podemos destacar dice relación con el surgimiento de organizaciones feministas. Paralelo a la lucha por el voto femenino, muchas mujeres advirtieron la condición de subordinación en la que se encontraban y comenzaron las luchas por otros derechos asociados a lo laboral, a la familia, a la participación política y a lo personal. Es un período de gran participación, surgen numerosas organizaciones a lo largo de todo el país, incluso se constituye el primer y único Partido Cívico Femenino y la constitución del Memch (Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile). Emergen múltiples plataformas de luchas, tanto políticas, sociales y culturales, y un gran número de prensa y escritos hechos por y para mujeres. Destacamos en este período a Lucrecia Undurraga, Micaela Cáceres, Eloísa Zurita, Elena Caffarena, Flor Heredia, entreotras.
Se persigue la emancipación de las mujeres.Un tercer momento que destacar es las mujeres y los ’80, etapa en que todo el resplandor del período anterior es abatido por la dictadura. En este período las mujeres son quienes luchan por encontrar a sus seres queridos torturados y desaparecidos, son quienes hacen alianzas para protegerse y denunciar. Finalmente se unen a los movimientos de derechos humanos y de lucha contra el dictador. La famosa frase norteamericana “Lo personal es político”se traduce en Chile en el lema “Democracia en el país y en la casa”. La socióloga feminista Julieta Kirkwood, junto a tantas otras mujeres, fue parte de múltiples protestas y manifestaciones en esta lucha por el retorno a la democracia. Una vez alcanzada la seudo democracia chilena, más bien en un período de postdictadura, las luchas feministas son cooptadas por el Estado, provocando una desarticulación en la esfera social, un quiebre, una crisis. Pero, al poco andar, las feministas se dieron cuenta que no se conseguiría nada en alianza con el Estado pues éste era un brazo institucional más del patriarcado y el capitalismo opresor; volvieron así a las calles, a la organización y a las luchas feministas.
Hoy podemos evaluar y reconocer las conquistas: podemos votar, ingresar a las universidades, acceder al ámbito laboral, divorciarnos, entre otros logros, pero sin lugar a duda la desigualdad sigue manteniéndose en todo orden de cosas, pues la estructura patriarcal y machista de la sociedad chilena sigue resistiendo a los cambios, manifestando su violencia contra el cuerpo de mujer y hacia cualquier cuerpo feminizado. Hoy con más fuerzas que nunca recordamos las luchas feministas y levantamos las banderas actuales: autonomía, aborto libre, educación no sexista, Ni Una Menos, en una invitación a articularnos, a reconocernos y respetarnos como feministas. Este 8 de marzo abracémonos en una gran lucha contra la violencia machista, albergando la memoria histórica que nos dejaron nuestras predecesoras y con más fuerza que nunca, demos cuenta de nuestra furia feminista.