Paola Palacios Ríos. Negra-Mujer migrante. Afrofeminista.
Encargada del área de comunicaciones de la Secretaría de Mujeres Inmigrantes en Chile y co-fundadora del laboratorio comunitario para mujeres negras Negrocentricxs

Conversatorio Una mirada feminista a la violencia estructural en la Carpa de las Mujeres en el marco de La Cumbre de los Pueblos realizada en diciembre de 2019
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Incertidumbre. Es una palabra que ha tomado especial relevancia en las conversaciones que se dan por estos días en Chile; este paraíso neoliberal que hace unas semanas gozaba de absoluta credibilidad internacional, comparado incluso con un ‘oasis’ dentro del clima sociopolítico en América Latina, contrasta con la imagen que vemos hoy: el evidente colapso de un sistema que vive cual parásito, a costa de la vida de sus huéspedes, en este caso somos quienes habitamos Chile, y que al ser afrodescendientes y/o migrantes latinas y caribeñas, en la lógica neoliberal, estamos expuestas a vulneraciones en diferentes dimensiones.

Es cierto que hay mucha sorpresa y desconcierto en la comunidad migrante, en gran medida debido al analfabetismo político en el que estamos convenientemente sumidas en América latina, que se relaciona directamente con el desconocimiento del contexto político previo que gesta la actual situación por la que atraviesa el país que ahora es nuestro hogar, y aunque nuestras rutinas, como las de cualquier ciudadana han sido afectadas por situaciones como la escolaridad interrumpida o la dificultad de transportarse hasta los lugares de residencia, son pequeños costos ante la grandeza del movimiento social.

Toques de queda, intervención militar, represión policial, estallido social; todas situaciones que golpean en mayor medida a los sectores más precarizados y gran parte de la población migrante y negra está dentro de ese grupo. No es casualidad que un tercio de los asesinadxs (cifras oficiales) sean migrantes, es mas bien una clara muestra de cómo la estructura incluso cuando falla, primero se lleva por delante a quien a tenido menos oportunidades.

Aunque convenientemente no existen datos oficiales que nos informen claramente acerca de la situación de las comunidades migrantes y afrodescendientes, en cualquier crisis, somos la clase trabajadora, y dentro de ella las mujeres migrantes y/o negras quienes en como parte de la clase obrera, hemos sido golpeadas por la situación que ha generado afectaciones en distintos niveles.

Una de las más notorias es el aspecto monetario, teniendo como antecedente que una parte significativa de nuestras comunidades subsiste gracias al empleo informal, ya sea a través de la venta ambulante o siendo explotadas por algún tirano que aprovecha el enfoque autoritario y oportunista de la actual ley de migraciones.

Existe también mucha incertidumbre, pues no es un secreto que una de las principales motivaciones de la migración sur-sur son la supuesta estabilidad económica y la ausencia de inseguridad que goza el país, o al menos como este vendía su imagen hacia fuera; motivos suficientes para alarmar a quien vino tras un sueño y acaba de despertar para enterarse de que su pesadilla es una palpable realidad que aumenta el miedo y la zozobra con cada día que pasa sin que sea visible alguna pronta negociación.

Completando el panorama nada esperanzador, es en este complejo momento, donde quienes manejan los hilos recuerdan –después de varias semanas de silencio, incluso respecto al cierre del proceso de regularización- que hay migrantes en el país, y a través de la prensa tradicional, experta en desinformar, hacen uso de una carta ya por nosotras conocida: la criminalización de la migración.

La vinculación hecha adrede por la prensa, al intentar culpar a migrantes de la situación actual, no es casual, pues están muy arraigadas en Chile, las lógicas que hacen responsables de las problemáticas internas, siempre a un enemigo externo, enviando un mensaje directo: Si quienes causan ‘el problema’ son extranjeros, para que éste se acabe, hay que acabar con los estos. Un discurso instalado desde la dictadura, que ubica la responsabilidad fuera, y a los extranjeros como enemigos, jamás haciéndose cargo ni buscando soluciones concretas, pues pareciera que en Chile todos los manejos gubernamentales han sido hechos a la medida y sin errores, hasta que llegamos lxs marcianxs-migrantes a destruir esa pulcritud y perfección reinante.

Los mensajes negativos que se posicionan en la opinión pública y en la psiquis de la ciudadanía acerca de la migración, causan un inmenso daño en la vida cotidiana de miles de inmigrantes que cada día buscamos ser aportes para el país que habitamos.

La ambigüedad y falta de claridad de los medios masivos de comunicación juegan un papel nefasto en la correcta entrega de información, lo cual aumenta la tensión y temor.

Es necesario además tener en cuenta que las policías chilenas funcionan abiertamente bajo lógicas racistas y xenófobas, además de la naturalización de la violencia político-sexual, todas dinámicas que se agravan bajo las actuales circunstancias que atraviesa el país, pues estas mismas policías por estos días, tienen completa autorización estatal que da rienda suelta a su desquiciado actuar y caldea un escenario que nos ubica en una situación de indefensión y vulnerabilidad que alimenta –justificadamente- el miedo.

LA CONSTRUCCIÓN DEL FUTURO
Por otro lado está la parte positiva de toda esta situación: la regeneración del tejido social a través de las dinámicas barriales, fortalecido en las últimas semanas en parte por la imposibilidad de moverse a otras comunas y claramente por el deseo de construir entre todes un mejor país. Y aunque es también nuestra lucha, como parte del pueblo que somos, estamos plenamente conscientes del riesgo que surge de la homogeneización nacionalista que invisibiliza los grupos minorizados.

La participación de los sectores populares en las manifestaciones, se ha visto enfocada en la lucha de clases sociales, invisibilizando otras coyonturas que traspasan la vida de muchas personas que habitamos el mismo territorio en cuerpos migrantes, afrodescendientes o de pueblos originarios. Es por eso que se hace indispensable hoy mas que nunca, que el movimiento social tenga una perspectiva interseccional, no solo de clase, sino que incorpore la raza y tenga un enfoque feminista, y que de esta manera se pueda tener una lectura trasversal de la situación, pues para desarticular los mecanismos de poder y dominación es necesario entender la pluralidad del territorio.

La situación actual nos afecta en todas las dimensiones de nuestras vidas y tanto migrantes, afrodescendientes y otras mujeres racializadas, estamos expuestas a las consecuencias de cualquier política aplicada a la población, es por eso que es de vital importancia que las instancias barriales, incorporen a todas las personas que habitamos, para construir procesos interculturales que nos permitan a todes caminar en un chile equitativo, con políticas inclusivas y no segregadoras. Que desarticulen los discursos autoritarios que pretenden silenciar nuestras opiniones y demandas, que nos invalidan socialmente para expresar nuestro descontento con las políticas actuales, es indispensable recordar, que para vivir en el país, debemos -como cualquier ciudadana- hacer nuestros aportes y que además muchas de nosotras somos madres de hijes nacidxs en Chile y muchas más somos chilenas, y aunque no lo fuésemos construimos país al igual que todas y estamos orgullosas de este despertar social que está exigiendo los derechos que a la población corresponden, pues son la base para forjar una sociedad mas justa que dignifique nuestras vidas.