Por Corina Muñoz Caris, feminista, militante de la Marcha Mundial de las Mujeres-Chile

Como Marcha Mundial de las Mujeres, desde hace varios años venimos reflexionando y debatiendo sobre la temática del aborto en Chile. Conversatorios, foros, seminarios y marchas, han sido los espacios de convergencia para nutrirnos de disputas, saberes y posicionamientos feministas.

En este transitar, venimos organizando, en conjunto con otras organizaciones y compañeras (Coordinadora Feminista en Lucha) la Marcha por el Aborto Libre, Seguro y Gratuito, que este año va por su sexta versión.

Nos seguimos organizando porque la temática del aborto sigue siendo un debate polémico, que saca ronchas. A pesar de su despenalización bajo tres causales, la discusión  sigue centrándose en lo moral sin contribuir al tema de fondo, el derecho a decidir de las mujeres. Somos testigos a diario de la vulneración sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos y de cómo se nos sigue imponiendo un criterio de manera homogénea a todas las mujeres por igual, sin importar las emociones, cuerpos, deseos, ética ni vida particular de cada mujer que decide sobre sí misma y sobre lo que desea para sí y su vida.

A  esto le sumamos que el aborto sigue estando cruzado por una cuestión de clases, ya sea por la difusión y entrega de información de métodos  anticonceptivos, como por el acceso al Misoprostol y redes seguras de acompañamiento. Son precisamente las mujeres pobres las que son denunciadas y encarceladas por la realización de un aborto ilegal, cayendo bajo una serie de maltratos y violencias por parte del sistema público de salud.

Nos seguimos movilizando porque a pesar de la existencia de la ley  nos encontramos con cientos de profesionales e instituciones de la salud que se han declarado  objetores de conciencia, negando y vulnerando así el derecho de niñas y mujeres que vienen de vivir experiencias llenas de dolor y sufrimiento.

Con el hashtag #nobastantrescausales ponemos en el debate público que  la actual ley de aborto solo despenaliza alrededor del 3% de las interrupciones voluntarias del embarazo que se realizan y que el aborto clandestino sigue siendo una realidad.

A pesar de este escenario, que no favorece nuestra autonomía ni nuestro derecho a decidir, como mujeres nos organizamos y tejemos redes y abortamos, nos acompañamos, nos consolamos, nos aliviamos, resistimos y nos rebelamos. En el acto de convocarnos, de construir redes, reivindicamos el cuidado y el amor. Nos acompañamos, y le damos un sentido y estatus de dignidad también a la opción de no querer maternar.

También es tiempo de abrirnos a nuevas preguntas, miradas, cuestionamientos, que problematicen aún más el “aborto”, y que de paso nos fortalezcan para confrontarnos con esos pontífices de la moral y la ciencia, disputarles sus discursos, ponerlos en evidencia, agitarnos en las calles, agudizando la mirada. Y sobre todo, encontrarnos, escucharnos y re-conocernos en nuestra diversidad, no como víctimas, sino como luchadoras en resistencia.

¡Educación sexual para decidir y disfrutar!

¡Anticonceptivos para no abortar!

¡Aborto legal para no morir!