
Por Priscila González Badilla
Feminista. Administradora Pública, Mg. En estudios de género y cultura. Integrante Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.
¿Podemos enumerar cinco jugadores de la Selección (masculina) de fútbol? Voy con los míos a primera ocurrencia: Alexis, Gary, Beausejour, Vidal y Gato Silva. Se trata de referentes para muchos niños, se trata de un fervor popular que difícilmente se da en otros ámbitos de la vida en sociedad. Sabemos –más o menos –en cuánto se han tranzado sus pases, cómo van sus vidas amorosas y qué goles hicieron o les hicieron a sus equipos en el extranjero o el campeonato nacional.
¿Qué pasa si pretendemos enumerar a cinco jugadoras de la selección femenina? Pues, está más difícil, ¿no? De todas maneras el año 2017 fue espectacular para Christiane Endler, del Paris Saint Germain, la capitana de la selección y portera titular, quien ha sido el traspaso más importante si hablamos de mujeres chilenas en el fútbol. María José Rojas, que desde hace un tiempo juega en el fútbol japonés, y que anteriormente jugó en Lituania. Yanara Aedo, quien juega en el Washington Spirit. Hoy también puedo mencionar a “La jefa” Carla Guerrero, o a la goleadora histórica de la Selección, Francisca Lara. Por cierto, todo muy lejos del glamour de las ligas europeas, pero lleno de la épica propia de las mujeres que pese a todo quieren vivir de su pasión.
¿Cómo llegué a tan interesante y complejísimo nivel de conocimiento? No, no fue el bloque deportivo de Chilevisión, ni de TVN, ni Mega. No fue la sección de deportes de El Mercurio, ni menos aun lo que mis amigos hombres me han tratado de enseñar -sin mucho éxito –sobre el fútbol, como sus reglas, su historia, la pasión por el balompié o la entrega incondicional por un equipo. Porque pese a que a los periodistas deportivos no les exigimos objetividad, al menos podríamos exigir que la cobertura de un evento como la Copa América Femenina 2018 tuviera algún espacio decente en los medios.
Incluso este domingo que recién pasó, Colo Colo (el masculino) que hizo un papelón frente a San Luis de Quillota, la primera noticia del bloque deportivo de TVN fue esa. Las siguientes noticias no mencionaron nada al respecto, pero sí se mencionó la detención de la Crespa Rodríguez en Bolivia, el debut del ex club del barrio de Vidal en tercera división y un atropello en la Fórmula 1. ¡Este campeonato da cupos para el mundial de Francia, los Juegos Olímpicos y los Panamericanos! Han venido diez selecciones del barrio a nuestro país, a jugar en la Región de Coquimbo durante todo el mes de abril, pero lo más relevante viene siendo lo que el técnico del Rodelindo Román piensa del debut del club. ¿En qué lugar estamos las mujeres para los medios? ¿Qué más tenemos que hacer para que seamos visibles?
Lo cierto es que no vendrá nadie a correr amablemente las cercas del patriarcado, sino que somos nosotras mismas las que las hemos pateado con fuerza y hemos irrumpido sin permiso en las canchas de pasto, los estadios, los espacios de deportes en los medios, haciendo ruido en las hinchadas y formando organizaciones deportivas.
Para llenar ese vacío de información, de reconstitución de la historia, la Corporación de Fomento del Fútbol Femenino (COFFUF) lanzó una revista de edición especial de 86 páginas con la historia de la Copa Femenina, los fixtures, estadios, fechas y referencias a todas las selecciones participantes.
Y aun con el trabajo hecho, cuesta dar visibilidad al torneo y pese a que Chilevisión ha transmitido algunos partidos, lo cierto es que si quieres enterarte de los marcadores y posiciones en la tabla, hay que buscar en las redes sociales gestionadas por las propias organizaciones como la ANJUFF (Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino) o la COFFUP.
¿Es esto casualidad? Pues en realidad solo es sintomático de lo que hemos venido constatando desde que existe la consciencia feminista: que somos invisibles, que nuestro trabajo vale menos y que hay asuntos en los que si queremos participar nos tenemos que echar encima un montón de dificultades que a veces ni siquiera podemos procesar.
Ver a las jugadoras en la cancha es un asunto tremendamente importante, por todo el simbolismo que reviste. Hoy cualquier niño de 10 años sabe quién es Alexis Sánchez, y si le gusta el fútbol ha pensado en ser como él. Hoy una niña de 10 años probablemente esté en conflicto con su cuerpo, odie educación física, no esté buscando la recreación, socialización y desarrollo personal a través del deporte y menos desde el fútbol, un deporte de equipo y que puede llegar a ser tremendamente exigente. Se trata de instalar la idea de que las posibilidades de desarrollo de las niñas y jóvenes son tan amplias como las de los niños, y de dejar la extrañeza de ver a una niña dominando un balón, haciendo un tapadón o celebrando un gol. Se trata de irrumpir en los espacios que nosotras queramos, incluso en que por tanto tiempo ha sido el espacio para la masculinidad hegemónica.
Los fanáticos del fútbol suelen manejar datos y la historia de varios clubes de Sudamérica, de Inglaterra, de Alemania. Se dicen apasionados por el deporte rey, pero la verdad es que solo les interesa la sociabilidad masculina. Porque basta constatar que no tienen idea de que Marta, la estrella brasileña, ha hecho más goles con la camiseta de su selección que Pelé o cualquier jugador de ese país. Basta con ir a un bar donde sabes que pasan fútbol, pedir que pongan la Copa América Femenina y que entren en colapso (es una historia real). Basta con que ese televidente del fútbol de hombres diga que le aburren los partidos “de minas” pero que no sea capaz de ponerse en contexto al no mencionar que en Chile aún el fútbol femenino no está profesionalizado, que no se vea más allá y se comprenda que las mujeres hoy en día difícilmente pueden vivir como futbolistas. ¿Cuántas Tianes, Yanaras o Cotes quedaron en el camino?
Es más honesto que digan que no les interesa, que no les interesó nunca y que les parece curioso. Es cierto que la cobertura de la Copa América Femenina no ha sido justa. Pero el problema no viene siendo el fútbol en sí mismo. Es que nunca se les ha ocurrido pensar que nosotras también tenemos historia, que jugamos, que pese a todo y como una apuesta totalmente personal, hay chilenas integrando equipos profesionales, y que incluso ¡oh, sorpresa!, tenemos historia deportiva.