Hace algunas semanas, la Municipalidad de Ñuñoa reconoció como “vecina destacada” a Soledad Rojas Bravo. Me encuentro en su departamento un día de mayo, cerca de Irarrázaval. Vinimos con Macarena -otra compañera de la coordinación de la Red Chilena -a almorzar con ella, ya que hace varias semanas no compartíamos.

Soledad Rojas es una reconocida feminista chilena. Por años mantuvo su pelo color rojo intenso, por lo que en las acciones públicas de las mujeres era fácilmente ubicable entre la multitud. Se le conoce entre organizaciones feministas por ser una de las voces más constantes de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. Soledad volvió del exilio en 1985, estuvo en Alemania luego del golpe de Estado, saliendo del país en 1974. Allá participó activamente en la solidaridad internacional con Chile y en grupos de mujeres, que llevaban varias décadas de desarrollo en Europa.

Situándonos nuevamente en Santiago, a su retorno conoció en qué se desempeñaban sus amigas, pero, en sus palabras, no se veía en nada de eso. Así que en 1986 comenzó la producción de la Agenda Mujer. Son muchas las impresiones que nos dan a las que hojeamos la agenda en el presente: las fotografías, los “días de”, la “presunta extremista” (un dibujo de una joven encapuchada) y las citas de pensadoras feministas son algunos de los preciosos detalles que se encuentran en cada página. “El trabajo de la Agenda era como el trabajo agrícola”, menciona, en el sentido de que se preparaba durante varios meses, es decir, un ciclo anual: siembra, cuidado y cosecha.

Al final de la agenda se podía encontrar un listado de organizaciones y redes feministas o de mujeres que estaban activas en ese momento, una especie de directorio de organizaciones en distintos lugares del país. ¿Cómo recopilaba todo eso, en un mundo sin internet, celulares u otros medios de comunicación? “Estaba atenta e inserta en el movimiento feminista de la época. Iba a los lanzamientos de cuanta publicación feminista se presentaba, tomaba contacto con las organizaciones, me interesaban sus quehaceres. En los años ’80, hubo un importante trabajo de las mujeres por los Detenidos Desaparecidos, las ollas comunes, lo que posibilitó que las mujeres se reunieran y comenzaran a intercambiar sus vivencias. Esto derivó en talleres de autoconciencia y reflexión feminista”, nos cuenta. “Para mí, era una tarea política: conocer y dar cuenta de la producción de las mujeres, difundir lo que hacían y posibilitar el contacto entre las mujeres organizadas”.

Nos muestra el decreto alcaldicio firmado por Emilia Ríos, y el galvano que le entregaron para homenajearla el día de la ceremonia. En este último se lee “Soledad Rojas, en reconocimiento a su trabajo y compromiso, siendo un importante aporte para el desarrollo y crecimiento de Ñuñoa”. “A mí estas cosas me dan un poco de risa”, dice con un tono agudo y crítico, el cual siempre ha mantenido con las instituciones públicas, porque toda su trayectoria, tanto realizando la Agenda Mujer, integrando La Morada y luego siendo integrante de la coordinación nacional Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, no las pensó buscando ningún tipo de reconocimiento.

Es en esa última organización donde conocí a Soledad y nos volvimos compañeras. Yo aparecí buscando práctica profesional el 2014. Ella llegó a la Red el año 2000, siendo la más antigua de la coordinación actual. Ha realizado diversas tareas dentro de la organización, desde la articulación con organizaciones de todo el país, estudios sobre violencia extrema hacia las mujeres, coordinación de publicaciones, captura y recopilación de fotografías, gestión de la campaña “¡Cuidado! El Machismo Mata”, hasta el trabajo invisible de la administración de una organización tan particular como esta. Anteriormente, en la Corporación La Morada, integró el área de Ciudadanía y Derechos Humanos, desde donde coordinó el primer estudio de femicidio en Chile. “Me llamó la atención en esa época que hablaban de VIF (violencia intrafamiliar) y no de violencia contra las mujeres, cuestión que desde la red hemos profundizado y logrado ampliar la visión sobre el alcance de lo que constituye violencia hacia las mujeres y sus múltiples manifestaciones”.

El trabajo de la Agenda Mujer fue siempre con más mujeres. “La primera, la hicimos con Maga Meneses, que es cineasta. Durante los dos años siguiente, con Mónica Leyton (pintora), luego con mi muy querida y siempre recordada amiga Vesna Sekulovic, diseñadora gráfica (QEPD). Con ella hicimos hasta la última, que fue una coedición Chile-México. Fue bonito ese trabajo, con la libertad que te da hacer un trabajo completamente autónomo. Lo pasamos muy bien con Carmen Durán y Elena Águila en la edición de textos. Proponíamos (inventábamos) el día de. Por ejemplo, el día de la autoestima, las campañas contra la bulimia y la anorexia, anotábamos los cumpleaños de nuestras hijas e hijos, la mayoría de las fotos que publicábamos eran nuestras propias amigas y compañeras feministas.¡Lo pasábamos regio!”, comenta mientras ríe.

La “vecina destacada” vive en Ñuñoa desde los 9 años, residencia solo interrumpida por el exilio. Este reconocimiento no es el primero que se le hace desde el municipio. En 2022, un pendón con una foto suya en la plaza de la comuna mostraba este texto: “Soledad Rojas. Feminista ñuñoína y coordinadora nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, organización por la erradicación de la violencia hacia mujeres y niñas”. La acción se realizó en el marco del Día internacional contra la violencia hacia las mujeres (25 de noviembre) de ese año. En esa acción, el pendón de Soledad compartió la Plaza Ñuñoa con los pendones de Olga Poblete, Lotty Rosenfeld, Inés Erazo y Daniela Vega, también residentes de la comuna.

En algún momento de la conversación, que se dio durante y posterior al almuerzo, menciona que “nos cuesta hacer memoria”. A propósito de eso, le pregunto si tiene todas las ediciones de la Agenda Mujer. “Me faltan varias. Me gustaría recuperarlas y llevárselas a la Alejandra Araya (directora del Archivo Central Andrés Bello, de la Universidad de Chile)”.

Actualmente, se encuentra con una actividad menos intensa por razones de salud. No obstante, mantiene una visión aguda sobre la situación política nacional e internacional. Es activa tuitera y contribuye constantemente a las reflexiones del resto de la coordinación nacional de la Red Chilena. Ha desarrollado un excelente humor, el cual también se ve reflejado en las distintas ediciones de la Agenda. Se preguntaba “¿qué imagen de mujer promovemos en gestos, actitudes e imágenes?”, y muchas veces esas preguntas eran lo que la impulsaba a reírse de las imposiciones hacia las mujeres.

Le digo quiero hacer una nota para la página web de la Red, a propósito de este “acto administrativo”. Se ríe e intenta evadir la idea. Le replico que, si queremos hacer memoria feminista, este acontecimiento no puede pasar desapercibido, aunque haya mantenido en secreto a sus compañeras de la coordinación que recibiría este reconocimiento. Sole ya es parte de la historia feminista de nuestro país. Para ella y para la memoria de las mujeres es esta nota, escrita desde el cariño y la admiración hacia nuestra compañera.

Por Priscila González Badilla, integrante de la coordinación nacional de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.